Opinión | POLÍTICAS DE BABEL

Caos en los campus de EE.UU.

DICE JOE BIDEN que no permitirá el antisemitismo en los campus universitarios de Estados Unidos. No le habrá resultado fácil su alegato, porque sus palabras podrían interpretarse como un apoyo incondicional a Israel, lo cual generaría todavía más rechazo juvenil, e incluso una mayor división en las filas del propio Partido Demócrata; algo que ya se deja ver en las encuestas cada vez menos favorables al actual presidente. Esta aseveración habrá de ir acompañada de presiones claras hacia el Gobierno hebreo, para que ponga fin a la guerra o, al menos, para que propicie un alto el fuego que permita la entrada masiva de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza. Es mucho lo que se juega el actual presidente. Las elecciones presidenciales están cada vez más cerca, y aunque el Partido Republicano muestra su apoyo sin fisuras a la Administración israelí (y Trump constituye un baluarte para el propio Benjamin Netanyahu), la posible falta de motivación electoral de los universitarios, así como el castigo en las urnas que pueda fomentar la propia comunidad árabe y musulmana, contribuirían a certificar esa derrota de Biden en los comicios del 5 de noviembre que algunos, dadas las circunstancias, ya damos por hecha.

Los autobuses cargados de cientos de detenidos en la Universidad de California (UCLA), las imágenes del brutal desmantelamiento de los campamentos propalestinos asentados en los terrenos del campus, las barricadas, los gases lacrimógenos, las pelotas de goma, los graves disturbios en forma de peleas y luchas callejeras, las filas de detenidos sentados y esposados en las aceras, etc., constituyen la peor publicidad para una Administración que ha visto cómo la situación se le ha ido de las manos desde que comenzaron las protestas en los campus de Nueva York y en la Universidad de Columbia, y se extendieron a otras 20 universidades de todo el país; un largo período de crispación social ante el que Joe Biden guardó un desconcertante silencio. Fue el jueves cuando, por fin, decidió dirigirse a la nación sin permitir las preguntas de los periodistas. Lo hizo con un mensaje tan claro como improductivo para frenar el caos. “Destrozar la propiedad no es una protesta pacífica”, dijo Biden. “Tampoco romper ventanas ni cerrar campus enteros”, afirmó el presidente. También señaló que “en América no hay espacio para el antisemitismo ni para los discursos de odio”. Pero la represión policial continúa en Arizona, New Hampshire, o Luisiana; y hasta la lucha contra manifestantes proisraelíes parece perpetuarse. El caos incluso amenaza con extenderse a muchas otras universidades a ambos lados del Atlántico.

Nos recuerda a lo acontecido ya en 1968 como respuesta a la guerra de Vietnam en miles de instituciones universitarias norteamericanas, y más recientemente contra el apartheid, el racismo, o los abusos policiales. Hoy es el denominado “genocidio en Gaza” lo que motiva las reivindicaciones de unos universitarios comprometidos con el sufrimiento generado por las guerras. Este compromiso, que exige una ruptura estratégica, económica y académica con Israel, puede ser visto como positivo si resulta coyuntural y no se deja manipular por sesgos ideológicos, y sí por cuestiones de carácter humanitario. También sería oportuno elevar el debate, para que se desarrollase al más alto nivel académico. Incluso nos ayudaría a pensar si acaso es lógico priorizar la “seguridad nacional” frente al “Derecho de protesta”. Yo no lo creo. Bien al contrario, apoyo un debate pacífico, argumentativo y académico que no olvide la contribución ni de la comunidad árabe y musulmana, ni del pueblo judío, a la economía y el progreso en EE.UU.