Opinión | posdata

Camino equivocado

A VER SI VOTAN de una vez y se callan un poco. Los líderes políticos catalanes no acaban de ofrecer una visión sosegada y prometedora de su país. Los debates televisivos que hemos podido seguir estos días, no dan esperanzas. Todos, según todos, son unos capullos de mil pares. Más todavía aquellos que se colocaron en la tarima con un objetivo específico de ataque. A mi me resultó especialmente espectacular la actitud del representante de VOX, con el candidato socialista atravesado en su tráquea: ni una sola de sus intervenciones tuvo una dirección distinta. Vamos, que le preguntaban la hora y el muchacho contestaba que Illa era un incompetente.

Sin embargo, no fue el único interviniente que llegó al encuentro con esa estrategia aprendida. Todos los demás hicieron lo mismo, dirigiéndose preferentemente a la misma víctima que, por la exageración de sus contertulios, hasta puede haber salido beneficiada del rifirrafe. La gente puede pensar que no es razonable votar a los botarates.

En el debate del lunes pasado, ni siquiera la representante de SUMAR se abstuvo de marcar diferencias con el socialista, a pesar de que los partidos a los que pertenecen ambos los dos están coaligados en el gobierno central. Viendo así a la compañera de Yolanda, o a ella misma, que tanto da, forzar tanto sus discrepancias con su socio gubernamental, cabría preguntarse por qué no rompen la pareja, total, para llevarse mal, ya me dirán. ¡Qué cara es la mera supervivencia!

El debate, por otra parte, no estuvo especialmente bien organizado. La moderadora, queriendo que se hablase todos los temas imaginables como de interés de la ciudadanía, claro, por ser tantos, forzaba una drástica reducción del tiempo dedicado a cada uno. Total, aun tratándolos casi todos, no hubo sustancia ni contraposición de propuestas en ninguno, reduciéndolas a simples recetas de un mal servicio de urgencias.

En fin, que tal y como fueron las cosas, no quedó casi nada que se pueda evaluar de cara a darle base a un voto. Eso queda en el corazón de los fieles ya convencidos de antemano. Otra vez. Y lo que quizá pueda ser peor, si ya que lo sea más que todo esto, es que, a la vista de las actitudes variadas de cada cual, pareciera que podría resultar difícil conseguir una mayoría parlamentaria que diese base a un gobierno que no tuviese un tufo malsano de oportunismo y, también quizá, de perentoriedad inestable. 

¡Pobre Cataluña! Lo que fuiste y en lo que te ves. Y los que te seguíamos, desconcertados.